El Creador y Soberano del universo nos invita a comunicarnos con Él, y la oración es el privilegio de entrar en su trono. Sus componentes suelen ser intercesión, petición, confesión, alabanza y gratitud. ¿Cuál de ellos ocupa la mayor parte del tiempo que usted dedica a hablar con el Padre celestial?
Aunque la Biblia nos exhorta a expresar gratitud (Ef 5.20; 1 Ts 5.18), a veces esto parece menos prioritario. Lo que llena nuestra mente domina nuestras oraciones: cuando estamos abrumados, las peticiones se vuelven urgentes; y cuando nos preocupan nuestros seres queridos, la intercesión ocupa el primer lugar.
Otra cuestión es esta: al ver a Dios obrar o responder una oración, nos llenamos de gratitud y le damos gracias una y otra vez. Pero con el tiempo, tendemos a olvidarlo y a volver a nuestros patrones habituales de pensamiento.
Conocer más al Señor es clave para mantener la gratitud y la alabanza como prioridad en la oración. Al leer la Biblia y descubrir su naturaleza y sus obras, Él se convierte en nuestro enfoque. Así, nuestras oraciones se llenan de alabanza y agradecimiento, no solo por lo que ha hecho, sino por quién es: nuestro buen, amoroso, fiel y glorioso Dios (Sal 138.5).
BIBLIA EN UN AÑO: 1 CORINTIOS 1-3