En un mundo lleno de fuentes interminables de información y opiniones, los cristianos necesitamos desarrollar un espíritu de discernimiento. De lo contrario, ¿cómo sabremos qué es verdad?
La única manera en que los creyentes podemos protegernos del engaño es al cimentarnos en la Palabra de Dios. Cuanto más tiempo pasemos llenando nuestra mente de los pensamientos del Señor, más discernimiento tendremos. Sin embargo, conocer la verdad bíblica no es suficiente. Debemos poner en práctica lo que aprendemos para que se convierta en algo más que conocimiento intelectual.
El objetivo es que la Palabra de Dios se integre a nuestro pensamiento y guíe nuestras decisiones. Aunque la situación que enfrentemos no se mencione específicamente en la Biblia, los principios bíblicos nos ofrecen la sabiduría necesaria. Además, no estamos solos: el Espíritu Santo, dado a cada creyente, nos guía a la verdad (Jn 14.26; Jn 16.13). Para que esto sea efectivo, debemos memorizar las Sagradas Escrituras, de modo que el Espíritu de Dios pueda traerlas a nuestra memoria.
¿Qué está permitiendo que entre en su mente? ¿Es la Palabra de Dios una prioridad para usted? Si no es así, pídale al Señor que le dé una pasión renovada por Él y sus maravillosas revelaciones.
BIBLIA EN UN AÑO: ROMANOS 14-16