Buscar a Dios por medio de su Hijo Jesucristo debe ser nuestra meta suprema. Para buscarlo, ¿qué acciones podemos tomar?
Primero, debemos estudiar la Biblia. Un examen estructurado y constante de la Palabra de Dios fortalece nuestra fe y nos provee de lo necesario para la vida y la piedad (2 P 1.3). Luego, debemos mantener una vida de oración activa. Esto significa conversar a diario —tanto hablar como escuchar— a Dios. Tercero, debemos reflexionar en oración sobre lo que leemos en las Sagradas Escrituras. Bajo la guía del Espíritu Santo, descubriremos cómo aplicarla a nuestra vida. Este proceso nos ayuda a absorber las verdades divinas y vivir de acuerdo con ellas.
A medida que aprendemos principios bíblicos, adquirimos sabiduría que glorifica a Dios. Así, podemos reconocer mejor dónde Él está obrando y evaluar nuestras circunstancias según su carácter y plan. Al escucharlo, creceremos, actuaremos con disposición y fortaleceremos nuestra determinación para mantenernos enfocados.
Dios promete recompensar nuestra búsqueda. A veces con entendimiento, otras con un gozo inexplicable. Lo mejor es que siempre lo encontraremos cuando lo busquemos (Jer 29.13). Hay gozo tanto en la búsqueda como en el hallazgo.
BIBLIA EN UN AÑO: JEREMÍAS 4-5