Todos anhelamos relaciones genuinas, pues Dios nos creó con ese deseo (Gn 2.18). Sin embargo, las amistades saludables no surgen por casualidad; requieren un esfuerzo consciente e intencional.
Ayer, al observar a Jonatán y David como modelo bíblico de amigos piadosos, vimos que el respeto mutuo es vital. Veamos ahora dos aspectos más de su relación. Ambos hombres expresaron un amor abnegado el uno por el otro; sus corazones estaban entrelazados (1 S 18.1). Cuando uno experimentaba alegría o tristeza, el otro también lo sentía.
También tenían una devoción genuina, el tipo de compromiso que implica dar. Para mostrar su lealtad, Jonatán entregó a David su túnica, su cinturón y sus armas. Pero dio aún más: arriesgó su vida y su futuro reinado para salvarlo. Cabe destacar que Jonatán era un príncipe y David un humilde pastor de ovejas. El estatus social no debe ser un obstáculo para una amistad verdadera.
Fuimos diseñados para un compañerismo auténtico basado en respeto, afecto y compromiso. Esto requiere no solo tiempo, sino también transparencia y una abnegación sincera. Se necesita confianza al arriesgarse por una amistad, pero tales relaciones valen la pena el esfuerzo.
BIBLIA EN UN AÑO: MARCOS 13-14