Nuestro Padre celestial ha prometido proveer todo lo que necesitamos. Consideremos algunos de los buenos regalos que tenemos en Cristo.
Una necesidad humana universal es el amor. Por su gran preocupación por nuestro bienestar, el Padre celestial envió al Señor Jesús a morir en la cruz por nuestros pecados. Por medio de la fe en el Salvador, somos adoptados como hijos amados de Dios. Así experimentamos su profundo afecto por nosotros, y como resultado de nuestra relación con Él, conocemos un amor como ningún otro.
Mediante la salvación, Dios proveyó dos necesidades básicas: compañía y seguridad. Al aceptar su perdón, el Espíritu Santo vive en nosotros, cumpliendo la promesa de nunca dejarnos (He 13.5). Además, Cristo prometió que nadie nos arrebatará de su mano (Jn 10.28). Podemos descansar sabiendo que somos hijos de Dios para siempre, con una seguridad que el mundo no ofrece.
Alabado sea Dios porque nuestra profunda necesidad de amor, seguridad y compañía puede ser satisfecha por una relación íntima y eterna con el Señor. ¿Ha confiado usted en Cristo para ser bendecido de esta manera?
BIBLIA EN UN AÑO: NAHÚM 1-3
