La seguridad de nuestra salvación es uno de los grandes beneficios que Dios nos concede. ¿Le brinda esta certeza confianza en su vida diaria? Como creyentes, enfrentamos constantemente a un enemigo que busca debilitar nuestra fe.
Este mes, le invitamos a encontrar consuelo en algunas verdades fundamentales compartidas por el Dr. Stanley, y a renovar su confianza en que su vida está segura en las manos de Dios.
Una vez, una joven me llamó y me dijo: “Quiero ser salva”. Sin duda, ese es un anhelo valioso. Sin embargo, continuó: “Creo que ya he sido salva, pero necesito hacerlo de nuevo”.
¿Qué puede llevar a una persona a pensar que necesita una segunda salvación? En su mente, ella creía que no había hecho lo suficiente para mantenerse salva. Se sentía derrotada y abrumada por las normas, reglas y expectativas que ella misma se había impuesto.
Me temo que este es el estado en el que se encuentran muchos cristianos hoy en día. En lugar de vivir con gozo en el Señor, se ven consumidos por la duda y agotados por sus esfuerzos por preservar su salvación.
Esta fue precisamente la situación que enfrentaron los creyentes en Galacia. Recibieron con entusiasmo el evangelio cuando Pablo les predicó, pero después de su partida, fueron persuadidos de que también debían obedecer las leyes civiles y ceremoniales dadas a Israel.
Cada creyente ha sido llamado a vivir bajo la gracia, no bajo las obras; una vida guiada por la gratitud y la ley del amor escrita en nuestros corazones. Sin embargo, con frecuencia, tras recibir la salvación por fe, tratamos de hacer algo para merecerla.
No hicimos nada para obtenerla, y no podemos añadir nada para conservarla. Si esto es verdad, ¿por qué vivir la fe como si dependiera de nuestras obras? Pablo ofrece varias respuestas en su carta a los Gálatas.
Podemos dejarnos influenciar por falsos maestros.
“Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama”. (Ga 5.7, 8).
Los gálatas empezaron a escuchar a un grupo llamado los judaizantes. Ellos no negaban que la salvación es por medio de Jesucristo, pero agregaron la adherencia a ciertas prácticas religiosas como requisito.
Hay denominaciones y maestros hoy en día que hacen lo mismo. Al principio de mi vida cristiana me enseñaron que podía perder mi salvación si no seguía todas las reglas establecidas por la iglesia. Me sentía agobiado y una y otra vez dudaba de mi salvación hasta que aprendí la verdad acerca de la gracia de Dios.
Los cristianos a veces regresan a una vida de obras debido a un malentendido sobre la naturaleza de la salvación.
“¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Ga 3.3).
Las buenas obras y los actos de servicio son el resultado de nuestra salvación. Se nos ha dado un corazón nuevo que se deleita en obedecer y servir a Dios, pero estas cosas no nos mantienen salvos. Dios es quien nos salva y nos guarda.
La tentación de la carne también puede inducirnos a confiar en las obras.
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Ga 5.13).
El orgullo que hay en nosotros quiere ver que hemos hecho algo para merecer la salvación. Dios nos acepta en Cristo a pesar de todo lo que sabe de nosotros, no a causa de ello. Nuestra salvación se basa en lo que Cristo hizo por nosotros.
Nadie tiene poder para esclavizarnos ni someternos a ataduras de ningún tipo, pues Jesucristo nos ha liberado del yugo de la esclavitud.
Como exhorta la Biblia: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”(Ga 5.1).
Le damos gracias a Dios por las claras descripciones del Dr. Stanley sobre las diversas maneras en que podemos desviarnos o alejarnos de un entendimiento pleno de la grandiosa salvación de Dios.
Recuerde, la única libertad duradera es la que proviene de una relación íntima con Jesucristo. Oramos para que continúe caminando con mayor conciencia y confianza en la maravillosa gracia de nuestro Padre. Hasta la próxima, que Dios le bendiga.
Para la gloria de Dios,
Sus amigos de Ministerios En Contacto
P.D. Este mes honramos y celebramos a los padres en nuestras vidas. Estamos profundamente agradecidos por los hombres que nos aman y sirven conforme al corazón de nuestro Padre celestial, ya sea nuestro propio padre terrenal, un amigo de la familia, nuestro cónyuge o incluso nosotros mismos. ¡Que Dios bendiga a estos hombres que nos muestran su amor de la mejor manera que pueden!
¡Feliz Día del Padre, de nuestra familia a la suya!