¿Quién es la persona más semejante a Cristo que ha conocido? ¿Y qué piensa usted que la haga sobresalir? ¿Es paciente? ¿Es pacífica? ¿Perdona con rapidez o es extraordinariamente cariñosa?
Cuando nos proponemos ser como Jesucristo, es útil pensar en aquellos que nos inspiran a entrar de lleno en el llamado del Señor. Aprender a amar como Él lo hizo es un reto que dura toda la vida. Este mes, nos gustaría animarle con algunos pensamientos útiles del Dr. Stanley.
La Biblia nos instruye a amarnos los unos a los otros, pero esto no siempre es fácil. De hecho, algunas personas hacen que sea difícil amarlas. Yo fui una de ellas.
Tuve un amigo en la universidad que era increíblemente considerado, incluso desinteresado, conmigo. En lugar de sentirme agradecido por tener a alguien tan bueno a mi lado, me sentía irritado. Su amor desinteresado me incomodaba. Persistió durante tres años sin recibir ninguna respuesta de mi parte. Recuerdo el día en que finalmente me rendí y le dije: “Tú ganas. Simplemente voy a aceptar tu aprecio”.
Lo que aprendí de su ejemplo de amor sacrificial resultó ser mucho más valioso que obtener un título. Se negó a sí mismo por mi bien, amando como Cristo lo hace.
El Señor Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: ‘Que os améis unos a otros; como yo os he amado’” (Jn 13.34). El Antiguo Testamento nos dice que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lv 19.18). La instrucción de Jesucristo era nueva; ahora estamos llamados a amar a los demás como Él nos ama. Esta es la marca de los creyentes: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn 13.35).
La Biblia utiliza la palabra griega ágape para designar el amor de Dios. Es el amor desinteresado que se describe en 1 Corintios 13. Este amor no se expresa tan solo con palabras, sino en la forma en que nos tratamos unos a otros. No se trata de nuestras necesidades, sino de las de ellos. Queremos lo mejor para los demás para que puedan llegar a ser quienes Cristo quiere que sean.
Efesios 5.2 dice que debemos andar en amor, lo que significa que el amor es el motivo de todas nuestras interacciones. ¿Cómo? El primer paso es entender cómo nos ama Cristo.
El Señor nos ama de manera desinteresada y sacrificial.
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 15.13). Eso es lo que Él hizo por nosotros en la cruz, y nosotros debemos hacer lo mismo amándonos unos a otros aunque se nos haga difícil.
Jesucristo dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mr 8.34). El amor exige abnegación por el bien de los demás. A veces experimentaremos rechazo y dolor por amar como el Señor Jesús lo hizo, pero como seguidores suyos es nuestra responsabilidad amar bien.
El Señor nos ama con perdón.
Cuando acudimos a Él confesando nuestros pecados y pidiendo perdón, nunca nos rechaza ni nos dice: “Ya basta. Esta vez no te perdono”. Su amor es eterno e inmutable. Y así es como debemos amarnos los unos a los otros. No podemos amar a los demás si no los perdonamos.
Por último, el Señor Jesús nos ama con sabiduría.
No siempre nos da lo que queremos porque su objetivo es hacernos santos. Del mismo modo, nuestro amor por los demás no significa ceder siempre a sus deseos. El objetivo es hacer lo necesario para ayudarles a crecer en Cristo.
El amor no es ciego, sino que tiene los ojos abiertos, discierne y se fundamenta en el conocimiento de Dios (Fil 1.9, 10).
Amar así puede parecer abrumador e imposible, pero no es algo que uno pueda crear en uno mismo. Viene de Dios y se derrama en nuestro corazón por medio de su Espíritu Santo (Ro 5.5).
Él es quien nos enseña a amar a los demás y nos ayuda a lograrlo (1 Ts 4.9).
Al reflexionar sobre estas palabras, recordamos que el Dr. Stanley describió al Espíritu Santo como “un agente de cambio”. ¿De qué manera se le está dificultando amar a alguien?
No se desanime. Ore y confíe en el poder del Espíritu. Permítale que le transforme día a día en alguien que ama como Cristo en cada situación. Hasta la próxima, Dios le bendiga.
Para la gloria de Dios,
Sus amigos de Ministerios En Contacto
P.D. Este mes, celebramos a las madres de todo el mundo. Únase a nosotros para dar gracias a Dios por ellas. Tanto si usted es madre, como si ha sido bendecido(a) con la presencia de una madre, o si honra hoy la memoria de su madre, le deseamos un ¡Feliz Día de las Madres!