El Dr. Stanley nos dice que el privilegio de la oración es una herencia que les pertenece a todos los hijos de Dios y que tiene un potencial que va más allá de nuestro entendimiento. Cuando permitimos que Dios transforme nuestra vida de oración, Él también transforma nuestra eficacia, nuestras familias, nuestros negocios y nuestras relaciones con los demás.