Nuestra capacidad de escuchar al Señorestá directamente relacionada con nuestra relación con Él. Sí, una vez que recibimos a Cristo como Salvador, tenemos la salvación y estamos seguros en Él por la eternidad. Pero Dios quiere que fortalezcamos nuestra fe acercándonos siempre a Él a lo largo de la vida.
Este proceso continuo de parecernos más a Cristo nos da mayor claridad y discernimiento, de modo que, cuando oramos, no hablamos con una deidad distante y fría. En cambio, conversamos con el Dios que nos ama, nos sostiene y nos moldea a lo largo de la vida (2 Co 3.17, 18). Al ser “conformados a la imagen de su Hijo”, también aprendemos a entender el “lenguaje” de Dios y a hablarlo con mayor fluidez.
Eso cambia la manera en que nos acercamos a Él, ¿no es así? Podemos venir a Él con confianza y alegría, seguros de nuestra relación con el Padre celestial, sabiendo que Él nos ama, nos perdona y se regocija con nuestras oraciones.
Cuando nada estorba nuestra comunión con el Padre, podemos oírlo con mayor claridad. Cuanto más nos acercamos a Él, más crece nuestro discernimiento espiritual. Por medio del Señor Jesús, es posible disfrutar una intimidad y claridad inimaginables en nuestra comunicación con el Dios Todopoderoso.
BIBLIA EN UN AÑO: EZEQUIEL 43-45