El Señor Jesucristo dijo que los cristianos deberían ser fácilmente reconocibles por su amor (Jn 13.35). Por eso, en una sociedad combativa, la amabilidad nos distingue. Aunque la iglesia también enfrenta tensiones, cómo nos tratamos en esos momentos es clave para testificar con eficacia.
Ilustración por Xoana Herrera
Contexto
Mucho del carácter cristiano se forma con instrucciones sencillas, como “sean bondadosos” (Ef 4.32) o “traten a los demás como quieren ser tratados” (Mt 7.12). Pero lo sencillo no siempre es fácil ni natural.
Lea
Efesios 4.25-32 (NVI)
Reflexione
Imagínese cuánto dolor y división podrían evitarse si de verdad aprendiéramos a tratarnos bien unos a otros.
A veces, nuestra vida no refleja las virtudes del reino que Cristo modeló. Pablo las resumió así: “sean bondadosos, compasivos y perdónense” (Ef 4.32). ¿Cuál de estas actitudes le resulta más difícil? ¿Qué podría ayudarle a vivirla mejor?
En el pasaje central del estudio, ¿qué acciones nos pide Pablo que dejemos? Luego, al observar las conductas que debemos adoptar en su lugar, ¿qué tienen en común estas prácticas saludables?
Imagínese que las actitudes que Pablo fomenta fueran las conductas predominantes en las comunidades cristianas. ¿Qué diferencia supondría eso en términos de alcance o servicio a las personas que están pensando en convertirse a la fe?
En Efesios 4.29, Pablo dice a la Iglesia que use solo un lenguaje edificante “de bendición para quienes escuchan”. Esto significa que nuestra fe se “enseña” y se “contagia”. ¿Cómo puede usted modelar a otros estas virtudes?
Reflexione
Cuando somos compasivos, nos preocupamos más por el bienestar de los demás que por el nuestro. Nos acercamos a quienes están sufriendo y luchando, incluso si no vamos a beneficiarnos con eso.
Piense en alguien a quien usted describiría como compasivo. ¿Qué le atrae de esa persona y cómo se siente en su presencia?
Continuación del estudio
Cuando nos apasionamos, ya sea por una causa o por nuestra fe, podemos inclinarnos a ser más autoritarios. Sin embargo, Pablo nos dice: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (Fil 4.5).
Describa cómo Cristo encarnó la fortaleza de maneras que también eran gentiles. ¿Cómo se compara o contrasta su manera de ser con quienes normalmente suele usted encontrarse, tanto dentro como fuera de la iglesia?
¿Con quién (y en qué tipo de situaciones) le resulta más difícil ser amable y humilde? ¿Por qué cree que son un desafío, y cómo puede usted tomar medidas para cambiar su manera de comportarse?
Reflexione
Las Bienaventuranzas y la descripción que Pablo hace del fruto espiritual son dos pasajes que no dejan dudas sobre los rasgos y las virtudes que Dios valora.
Lea Mateo 5.1-11 y Gálatas 5.22, 23. ¿Qué conexión ve entre la bendición que el Señor Jesucristo pronuncia sobre “los mansos... los misericordiosos... los pacificadores”, y la insistencia de Pablo en que una señal de la obra del Espíritu Santo es (entre otras cosas) el amor, la bondad y la mansedumbre?
El Señor Jesucristo, nuestro poderoso Rey de reyes, también se mostró como el modelo de gracia y dominio propio. Seguir su ejemplo es una excelente manera de presentar a otros nuestro Salvador.